Entre escoria que lame sudores se encuentra, entrecortada y delirante, con el alma estrecha y vacía como en la mesa una carta blanca. No se permite gritar.
El ruido del aire... Eco que desaparece a lo lejos con el recuerdo, vagas estructuras que agitadas, intentan escapar de los ojos impíos. Y entre muecas, se mueve de un lado a otro... Mira rostros sedientos y almas cargadas de miedo que congela los huesos.
El ruido del aire... Eco que desaparece a lo lejos con el recuerdo, vagas estructuras que agitadas, intentan escapar de los ojos impíos. Y entre muecas, se mueve de un lado a otro... Mira rostros sedientos y almas cargadas de miedo que congela los huesos.
La mente estrecha y vacía, ahora está frágil.
- ¿Que desea la madame?
Con los labios impuros y enfermos, pupilas dilatas y tan secas.
- Un receso por favor.
Un minuto, dos tal vez… se encuentra la noche con su entorno, y sigue bebiendo sonrisas hipócritas y malas lenguas. Una, dos, y cuatro...
El arma ahora vacía, y ella acabada. Satisfecha.
1 comentario:
Felicidades hermanita! Excelente! hermosa forma de narrar un suicidio.
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